UN EMPRENDIMIENTO COMIENZA CON UN SUEÑO

Para convertirme en emprendedora primero fuí soñadora. Creo que eso somos los que emprendemos, ante todo grandes soñadores. Mis demonios a vencer (imagino que los de muchos) fueron frustración y ansiedad Y sobre eso quise escribir hoy.

Tengo un pizarrón que uso hace años: no es grande, ni es bonito (común y corriente, ponele). No lo miro a diario. Anoto objetivos o metas a largo plazo ya que para corto y mediano plazo está mi ½ naranja: la agenda. La rutina diaria del #emprendedor puede ser una vorágine colmada de tareas absoluta (por no decir ridículamente) disimiles entre sí y es natural que sea complejo encontrar tiempo para proyectar.
Este acto tan simple de escribirlo se transformó en una #enseñanza valiosa y sin buscarlo pasó a ser remedio de frustraciones y ansiedades.

Con sorpresa me mantuve observando como lo que escribía se volvía realidad…

Y no me refiero a revoluciones, estamos hablando de cosas sencillas. Casi siempre (mas siempre que casi) tomó mucho más de lo que imaginé y que exigía mi ansiedad. Hubo proyectos que se concretaron 4 o 5 años mas tarde, con más o menos intentos. Pero nunca borré una palabra antes de verla manifestada en obra
Así empecé a comprender el maravilloso ARTE de la PACIENCIA. Con objetivos claros y perseverancia lo que buscamos llega. Aunque muy posiblemente no sea en los tiempos que pretendemos.